lunes, 19 de diciembre de 2011

I got a place where all my dreams are dead.

Los efectos de las sustancias toxicas en el cuerpo son muy diversos: los reflejos disminuyen y se pierde la coordinación; pero lo más importante es que afectan al espíritu de dos maneras. Primero, desdibujan el pasado y borran tanto los recuerdos agradables como los desagradables y, en segundo lugar, anulan cualquier pensamiento sobre el futuro. Las sustancias intoxicantes confinan a la persona que las toma en el presente, en el aquí y ahora, sin tener en cuenta el futuro, sin ninguna consideración por el pasado. Ahí está la trampa, en esa creencia de que nada tiene valor, creencia que explica el ansia desenfrenada e insensata por saciarse de placeres físicos. Cuando una persona está bajo el efecto de sustancias intoxicantes puede ocurrir que asuma retos temerarios, porque su guía interior, o incluso su instinto de supervivencia, están mermados. ¿Cuántos guerreros jóvenes se lanzan a una muerte segura al enfrentarse a enemigos muy superiores? ¿Cuántas mujeres jóvenes se quedan encintas de hombres que nunca aceptarían como futuros esposos?

Ahí está la trampa, en esa creencia nihilista que yo me niego a aceptar. Yo vivo mi vida siempre con la esperanza de que el futuro será mejor que el presente, aunque sé que debo esforzarme para que sea así. Ese esfuerzo es el que proporciona una auténtica satisfacción en la vida, una sensación de logro que, en el fondo, todos necesitamos para ser felices. ¿Cómo podría seguir siendo fiel a esa esperanza si me permitiera un momento de debilidad que bien podría destruir todo lo que tanto me he esforzado en conseguir y todo lo que espero alcanzar? ¿Cómo habría reaccionado ante tantos peligros imprevistos si, cuando surgieron, hubiera estado bajo la influencia de una sustancia que ofuscara la mente, una sustancia que mermara mi juicio o que alterara mi visión de las cosas?


Los placeres sexsuales son, o deberían ser, la culminación del deseo físico combinado con la decisión intelectual y emocional de entregarse en cuerpo y alma, cuando existe un vínculo de confianza y respeto.


Yo soy incapaz de vivir en una autocomplacencia sin esperanza, porque eso es lo que es, un revolcarse en los niveles más bajos de la existencia, y todo ello debido, creo yo, a la falta de esperanza en un nivel superior de existencia.


¿Qué es lo que empuja a una persona a ese pozo? Creo que el dolor, y los recuerdos demasiado horribles para enfrentarse a ellos cara a cara y aceptarlos. Ciertamente, las sustancias intoxicantes difuminan los padecimientos pasados, pero a costa del futuro, y eso no sale a cuenta.


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