sábado, 8 de octubre de 2011

the lovely bones.

El señor Harvey me obligó a quedarme quieta debajo de él y escuchaba los latidos de su corazón y del mío.El mío daba brincos como un conejo mientras que el suyo hacía un ruido sordo,como de martillo contra tela.Nos quedamos allí tumbados,con nuestros cuerpos tocándose,y mientras me estremecía,tuve una poderosa revelación.Él me había hecho eso y yo había vivido.Eso era todo.Seguía respirando.Oía su corazón.Oía su aliento.La tierra oscura que nos rodeaba olía como lo que era,tierra húmeda donde los gusanos y otros animales vivían sus vidas cotidianas.Podría haber gritado horas y horas.

Yo sabía que iba a matarme.Pero no me daba cuenta de que era un animal ya agonizante.



-¿Por qué no te levantas?-me preguntó el señor Harvey,rodando hacia un lado y agachándose sobre mí.



Habló con voz suave,alentadora,la voz de un amante a media mañana.Una sugerencia,no una orden.

Yo no podía moverme.No podía levantarme.



Al ver que no lo hacía (¿fue sólo eso,que no siguiera su sugerencia?) se inclinó y buscó a tientias en el saliente que tenía encima de la cabeza,donde guardaba su cuchilla y su espuma de afeitar,y cogió un cuchillo.Desenfundando, me sonrió,curvándose en una mueca burlona.

Él me quitó el gorro de la boca.



-Dime que me quieres-dijo.

Se lo dije en voz baja.

El final llegó de todos modos.



ese momento en el que repentinamente te das cuenta de que la pesada carga que llevabas encima se va disipando,eso realmente me hace feliz.





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